8 meses, unas Navidades eslovacas y unas vacaciones a España

8 meses, unas Navidades eslovacas y unas vacaciones a España

Y un mes que no aparezco por aquí. 
Pero me permitiré el lujo de decir que he tenido excusa, ¡aunque las excusas no sirven para nada!
Y es que muchas veces me quejo, y a mí misma me digo que estoy aburrida de escucharme. 
Quejarse no vale para nada (aunque es gratis, sí).

Hoy pensaba escribir algo provechoso, con sentido. Pero todavía no he encontrado las fuerzas de ponerme seria y manos a la obra. Así que he pensado que también puedo analizar este mes y las cosas vividas en Mi rincón, que para eso lo tengo. 

Y la razón es que no todo, todo es bueno. Y también creo conveniente escribir de ello. 

Llegaron las Navidades y sentimientos encontrados. El principal motivo por el cual decidí no viajar a casa en estas fechas, fue que quería vivir la experiencia y tradiciones en este país extranjero donde llevo viviendo todo este tiempo, Eslovaquia. Sinceramente, un país que me ha sorprendido y ya siento mío. 

Pero las cosas no salen siempre como una espera, así que la cosa se torció un poco. El plan que yo esperaba tener ya no seguía en pie. Y de repente me sentí extraña. Me sentí sola al no estar viviendo mis costumbres con mi gente, a la vez que super arropada y querida por nuestros caseros, que nos invitaron (a mi compañero y  mi) a pasar la Nochebuena con ellos. Una Nochebuena en la que a las 19h de la tarde ya estaba cenada, algo borracha, y metida en la cama viendo pelis. Pero super agradecida por nuestros caseros (mis padres adoptivos, como yo los llamo) y los regalitos que Papa Noel dejó por allí. 

Agradecida también a una pareja de este municipio que es Vel'ký Meder. Una pareja que nos ha abierto las puertas de su casa y nos ha dado la vida social que quizá en Vel'ký no hubiéramos encontrado. Así que gracias a ellos, viví una Nochevieja diferente y pude sentir la tradición si no eslovaca, checa, y mezclarla con la mía, viendo las Campanadas y comiendo mis 12 uvas en la sauna de una casa rural en la República Checa. 

Y después fue mi viaje a España con mi familia, por fin. Por fin, después de un día entero de viaje. Desde Vel'ký Meder a Bratislava. Y de aquí al aeropuerto de Viena, con retraso de una hora en el bus, por atascos. Más otras tres horas de retraso del vuelo. Y por fin, desde las 8h de la mañana, iba a descansar en el avión, que despegaba a las 20h de la tarde. Sin embargo, ahí me tocó la pasajera pesada de turno que alardea de su vida, pero en un tono de voz que superaba los decibelios de ruido. Y así fueron las casi 3 horas de vuelo. Menos mal que el karma más tarde me daría tregua y la compañía aérea me daba el aguinaldo por la pequeña demora =).

Fuera como fuese ese día, al final pisé tierra. Esos secarrales que vemos cuando llegamos al Aeropuerto de Alicante. Esa es mi tierra. Y es que casa es casa y siempre será la más bonita. 

Llegué a casa y pasé mis dos semanitas de vacaciones con mi familia. Ya venía necesitándolo para recargarme las pilas. 

Y la cantidad de cosas que habían cambiado me sorprendió. Aunque muchas ya las sabía (otras no), llegar y verlo todo diferente se hace extraño, porque pisas tu suelo y parece que no ha pasado el tiempo, pero hay cosas que de repente son diferentes. 

Por ejemplo, mi hermana se ha mudado; mis vecinos de toda la vida han vendido la casa y ahora vive una nueva familia; tenemos nuevo Gobierno (ya era hora), y ¡Pasapalabra ya no es Pasapalabra! =O.

Independientemente de estas tonterías, como decía al principio no todo es fabuloso todo el tiempo. En la gráfica de la vida tenemos subidas y bajadas, cosa normal y beneficiosa. Pues si toda nuestra vida fuera lineal sería un tostón y acabaríamos en una apatía permanente. 
Así que he de decir que me queda un sabor agridulce de estas vacaciones.

He tenido momentos muy especiales y también "roces". Pero para una persona como yo, la Vitamina Familia es muy importante y la verdad que ahora que ya estoy de vuelta, al principio me he sentido un poco "baja". Las pilas no se me han recargado como yo esperaba y quizá es que verles y no saber cuándo será la próxima vez que vuelva definitivamente, me ha revuelto un poco las maripositas del estómago.

Hablando con mi directora me dijo que venía de impartir un On-Arrival training y los voluntarios le decían que quizá fuera mejor viajar a otros sitios que a casa, porque volvían con el mismo sentimiento. Yo lo vi extraño porque en un On-Arrival training llevas sólo un par de meses de voluntariado, y le contesté que al yo llevar 8 meses ya aquí, ya había viajado y ahora sentía las ganas de ver a la familia. Y como mi intención es continuar una larga temporada por estas zonas, el sentimiento de morriña me afecta por no saber cuándo volveré definitivamente. 

Pero luego pensé que da igual que lleves 2 meses fuera que 8, o que años. La que es familiar es familiar y siempre que les veamos, luego tendremos esa nostalgia. 

Ahora ya más tranquila y con los pies en Eslovaquia, empiezo a sentir que las pilas se me cargan. Así que continuaré estos tres meses con la mismas ganas que hasta ahora. Ahora a seguir preparando mis clases de español, de inglés y mis dinámicas. A seguir descubriendo y disfrutando Eslovaquia. Y a prepararme para las nuevas sorpresas que vendrán durante, y después de mi Erasmus+ del Cuerpo Europeo de Solidaridad.


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